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Varios judíos piadosos, llenos de tristeza, enterraron a Esteban.

Saulo, por su parte, iba por todas partes persiguiendo a la iglesia. Entraba a las casas, arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.

Felipe en Samaria

Los creyentes que huyeron de Jerusalén continuaron predicando las buenas noticias por dondequiera que iban.

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